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 El Rey Sabio Salomón (parte 2)

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Freya
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Freya


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MensajeTema: El Rey Sabio Salomón (parte 2)   El Rey Sabio Salomón (parte 2) EmptyMiér Mayo 04, 2011 11:29 pm

El Rey Sabio Salomón (parte 2)


El Rey Sabio Salomón (parte 2) Llavem15
Ars Goetia (en latín, probablemente: «El arte de la Brujería»), a menudo
llamado simplemente Goecia, es la primera sección del grimorio del
siglo XVII Lemegeton Clavicula Salomonis, o La Llave Menor de Salomón.
Mucho del texto apareció más temprano, con algún material que data del
siglo XIV o más temprano. El Ars Goetia contiene las descripciones de
los setenta y dos demonios que se dice que el Rey Salomón dijo haber
evocado y confinado en un recipiente de bronce sellado por símbolos
mágicos, y que él obligó a trabajar para él. Hecho muy similar a lo que
se dice que Sulaymán (Salomón) realizo en contra de los Ifrit («genio»)
rebeldes, según la tradición árabe y en el libro de Las mil y una
noches.El Ars Goetia da las instrucciones para construir un recipiente
semejante de bronce, y a utilizar las fórmulas mágicas apropiadas para
llamar seguramente a esos demonios. La operación dada es compleja, e
incluye mucho detalle. Se cree que el «rugiente» título se refiere a los
conjuros hechos por el mago. El Ars Goetia difiere de otros textos
goéticos en que las entidades convocadas deberán ser forzadas a
obedecer, antes de pedir por favores. El Ars Goetia asigna un grado y un
título de nobleza a cada miembro de la jerarquía infernal, y da los
demonios «firmas a las que ellos tienen que pagar lealtad», o los
sellos. Las listas de entidades en el corresponder de Ars Goetia (a alto
pero variando el grado, a menudo según edición) con ésos en el
Steganographia de Trithemius, hacia el año 1500, y el Pseudomonarchia
Daemonum de Johann Weyer que un apéndice que aparece en ediciones
posteriores de su De Praestigiis Daemonum, de 1563.



De todas maneras los efectos de la tradición no quedaron anulados en la
conciencia popular y aun erudita. Lucien Wolf hubo de defender todavía en
nuestro tiempo, frente a lo que parece defendía Leite de Vasconcellos, en
opúsculo que no he visto, que las fórmulas mágicas ‘salomónicas’ son de origen
medieval. Desde el Medievo vienen siendo condenadas en Roma.

Parece ser que la ‘Clavícula’ como tal fue mandada quemar ya en tiempos de
Inocencio VI (1352-1362). Desde el siglo XIV hasta el XX ha ido descendiendo en
la estimación de las gentes. El que fue texto fundamental para letrados metidos
en negocios de Magia se ha convertido en mísera explotación de impresos de
‘libros de cordel’, de editores sin pretensiones de ninguna clase.


A este descrédito han contribuido los escritores satíricos, poetas y
novelistas., lo que da a entender que en su época la ‘Clavícula’ era popular, y
no es con muestras de terror precisamente con las que se refiere a ella.


En efecto, en Francia sus ediciones se multiplicaron, se utilizó con otros
grimorios hasta época moderna, en ediciones callejeras, como he dicho, de las
que llaman de ‘colportage’. Hay incluso derecho a suponer que algunos de los
que la manejaron en España, durante los siglos XVII y XVIII usaron de ediciones
impresas en Francia que venían de contrabando y que se guardaban con mayor
riesgo cuanto más humilde era la persona que quería retenerlas.

El análisis que hace de este texto la señora Lamb lo divide en dos partes.
En la primera -dice- trata de las jerarquías de los cielos y la invocación de
los espíritus buenos para que ayuden al mago.. Hay en el texto una influencia
evidente del Cristianismo, pues se habla de la Santísima Trinidad, de los doce
apóstoles, de los cuatro evangelistas, de la Virgen María, de Cristo, de los
mártires y los confesores… Los conjuros que siguen para que aparezcan los
príncipes de los demonios, situados en los cuatro puntos cardinales, son cosa
ya menos ‘cristianizada’ y las fórmulas en las que se mezcla el nombre de
Cristo con los de ‘Adonay Sabaot’, ‘Emanuel Saday’, reflejan un raro
sincretismo.


En la segunda parte están las recetas para satisfacer pasiones; muy sutiles
son las observaciones de la señora Lamb acerca de las recetas mágicas en
general y de la Magia, que ilustra con opiniones de psicoanalistas como Leo
Kaplan y especialistas en psicología infantil. Según Kaplan, el estado de
narcisismo en que vive el niño establece correspondencias y correlaciones
lógicas entre causas y efectos que se pueden desarrollar después y dar lugar a
la concepción mágica y a hechizos. Los deseos del niño se convierten en
realizaciones por un puro acto de demostración de interés. Los del mago siguen
este esquema dado en la infancia.


De los magos procesados en el siglo XVI, el licenciado Amador de Velasco y
Mañueco parece ser uno de los más cultos. Velasco era un clérigo conocido por
su ciencia astrológica y sus curiosidades un tanto maniacas. En Burgos vivió
muy relacionado con un hijo natural del Condestable de Castilla, llamado don
Pedro, poseía gran cantidad de libros y textos mágicos, entre ellos un ejemplar
muy viejo de la ‘Clavícula de Salomón’. Esto en pleno reinado de Felipe II.


Así, por ejemplo, en la ‘Reprobación de las supersticiones y hechicerías’ de
Pedro Ciruelo, se hallan descritas las figuras y oraciones de la ‘Clavícula’,
por cuyo uso, según él, habían sido arrebatados algunos escolares, en
torbellino, por el Diablo.


Ignoro a qué escolares se refería concretamente el matemático aragonés. Lo
que sí que puedo decir es que hubo, en efecto, muchos a los que les metieron en
la cárcel los señores inquisidores por denuncias que se hicieron de que la
poseían y utilizaban para diversos fines, tanto a mediados del siglo XVI como a
fines, a comienzos del XVII y cayendo ya aquella centuria.

Los procesos del Santo Oficio aluden con cierta frecuencia a la ‘Clavícula
de Salomón’. Son, por lo general, magos a lo culto de los siglos XVI y XVII los
acusados de poseer y manejar el texto condenado, quemado y prohibido una y otra
vez.



Más tarde, un hombre de mala fortuna, Diego Alfonso de Medrano, procesado
entre 1611 y 1612, también manejó la ‘Clavícula’. Hay que advertir que Medrano
era de origen judío, pero otros que después utilizaron el texto semejante no lo
eran, e incluso tenían que procurarse ejemplares fuera de España, en Francia sobre
todo.


Suelen ser, con frecuencia, los que utilizan la ‘Clavícula’ simuladores con
pretensiones incluso científicas. De ello nos testifican varios procesos
inquisitoriales y también otros textos relativos a alquimistas que embaucaban a
diversas clases de gente en España como en el resto de Europa.

Entre los hechiceros procesados por
la Inquisición de Cuenca parecen haber manejado la ‘Clavícula’ varios de los
más sobresalientes. Entre ellos el famosísimo Jerónimo de Liébana, que tenía
también el ‘Alma del Salomonis’ y otra obra titulada ‘Picatrix liber de
imaginibus Salomonis’, también un fray Jerónimo de San Juan y el vecino de
Iniesta Pedro Zapata Torralba, procesado en 1643 a 1446 por presunto
descubridor de tesoros. La Inquisición de Toledo, mediado el siglo poco más o
menos, entendió en casos similares. Don Cristóbal Chirinos Manrique, fray
Francisco Montes de Gayangos y don Agustín Verdugo fueron procesados por actos
en que habían colaborado, de los cuales hay que ocuparse con más extensión, y
también hubieron de utilizar, más o menos la ‘Clavícula’.





Si cada pasión no tiene su Magia específica, cada Magia si parece dirigirse
a una intención más que a otra. Recuerda la señora Lamb que Schopenhauer dijo
que: “la Magia es la expresión de la voluntad humana, fuera de la limitación de
su tiempo y espacio; es decir, más allá de su mismo ser”.



Pero la acción demostrativa de un deseo que el mago convierte en acción-intento
se vuelca también sobre un medio social, y por eso la ‘Magia Salomonis’ desde
muchos puntos de vista tiene poco que ver con los ‘aquelarres’ y las acciones
imputadas a las brujas vascónicas, germánicas o itálicas. La unidad específica
de las pasiones humanas y la diversidad de los medios sociales son las dos
claves de nuestra investigación, aunque los magos y sus secuaces crean que
‘todo es uno’ y juzguen que ni el individuo ni la sociedad son algo importante
frente a verdades supremas y ocultas, frente a poderes enormes, acerca de los
cuales los inquisidores que tenían presos año tras año a hechiceros eminentes
sabían más que la desgraciada clientela de aquéllos.
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